Curiosidad - Sherlock Holmes

Dicen que...


 Sir Arthur Conan Doyle llegó a odiar a Sherlock Holmes porque era para él como una losa, una condena de la que el escritor intentó librarse de distintos modos (cuentan que se le ocurrió vender sus aventuras cada vez más caras, con la esperanza de que los editores renunciaran a ellas, pero no funcionó su estratagema).
 
Muchos lectores creyeron en la vida de Holmes, hasta el punto de que muchos admiradores le han enviado miles de cartas al 221B Baker Street contándole sus problemas y ofreciéndole casos que investigar. La fama del detective, amargó a Doyle que veía como cada día era más conocido aquel Sherlock, fruto de su imaginación y cada vez se oscurecía más su propio nombre y sus ambiciones literarias. Finalmente, se armó de valor y acudió al método más drástico y radical que podemos imaginar y escribió una historia en la que el Profesor Moriarti asesinó al detective en un viaje a las cataratas Reichenbach, en los Alpes suizos. Doyle registró en su diario la muerte de su personaje con un “He matado a Holmes".

Pero tampoco funcionó; el público enfurecido le exigió que resucitara a Holmes. Sir Arthur no tuvo más remedio que volver a escribir sobre él con un artificio cronológico, una “precuela”, con El sabueso de los Baskerville... y finalmente tuvo que rendirse y seguir escribiendo aventuras de Holmes.


El final de Doyle es triste. Se volcó en el espiritismo y terminó senil (creía en hadas y en los espíritus) y tras la muerte de su hijo en la I Guerra Mundial, ya nunca volvió a recuperar la razón que caracterizaba tanto a Sherlock. Pero sobre todo, nunca dejó de odiar a su propia creación como a su peor enemigo.




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